Seguir aprendiendo




Quien haya escuchado el demo, los dos EPs y el primer LP de Maps & Atlases habrá notado que el sonido de la banda es, todavía, un todo indefinido y en permanente construcción. Una especie de camino en proceso de trazado y recorrido simultáneo. En definitiva, algo cercano -más bien, contiguo- a la
razón de ser de muchos de los proyectos más interesantes de la música pop contemporánea. Una música que en muchas de sus variantes, y aún después del supuesto fin de la historia, se niega a caer en los lugares comunes y apuesta a la inventiva y a la autosuperación.


De todas formas, dentro de ese mundo de particularidades, Maps & Atlases es un caso verdaderamente particular. El camino recorrido por el grupo es, en sí, algo que los diferencia abiertamente de sus contemporáneos. Con una formación académica envidiable, cada uno de los integrantes de Maps & Atlases puede ser visto como un auténtico conocedor de su instrumento. Sin embargo, el desarrollo técnico está lejos de ser un fin en sí mismo. Lo que define la música de la banda es una sucesión de recursos que mezclan la ortodoxia y el virtuosismo con el instinto y el cuerpo. Esencialmente, un acercamiento a ese sentir antropológico que supone la música como experiencia humana.

Por eso, vale la pena escuchar los dos primeros EPs de Maps & Atlases como el registro de un aprendizaje heterodoxo en el que la capacidad instrumental de los integrantes se va adaptando a nuevos horizontes compositivos. En este sentido, si Trees, Swallows, Houses (2006) es lo más cercano a una muestra de la destreza y el saber técnico de cada uno de los componentes individuales, You And Me And The Mountain (2008) vislumbra un desarrollo mucho más consciente del potencial grupal de la banda. Así, el paso de una a otra instancia puede ser entendido como el reflejo de un ensanchamiento evidente en términos de perspectiva; un tipo de crecimiento anclado en una idea de música que va más allá de la forma pura -conservadora, estática- e intenta construir una cosmovisión cada vez más amplia y heterogénea.

Afortunadamente, el reciente Perch Patchwork no pierde terreno y se presenta casi de manera instantánea como una profundización de esos preceptos. Si bien la edición de un larga duración suponía de antemano un auténtico desafío para la banda, lo que une y desmarca este trabajo de sus antecesores es, nuevamente, el ideal de ruptura que supone dentro de la obra interna del grupo. En este sentido, puede decirse que Perch Patchwork funciona como un auténtico primer disco. ¿Por qué? Simplemente porque aparece como la confirmación de la búsqueda iniciada en los EPs y funciona, a su vez, como un proyecto en sí mismo. ¿Cómo? Obviando el peso simbólico del pasado reciente sin perder una determinada coherencia programática. Esa misma que funciona como un impulso para seguir haciendo. Probando. Descubriendo.

Quizás por eso, los notables riesgos en torno a la producción no resulten tan sorpresivos. La técnica como modo de producción es -definitivamente- algo superado y pasa a ser una parte más del bagaje grupal. Esta vez, la consideración del espacio se convierte en el elemento fundamental, aquello que aglutina la propuesta estética del grupo. Lo que importa es la dispersión, la expansión, la sensación de infinito. El acento está puesto en el sonido de los instrumentos más allá de sus propios límites, es decir, como parte de una atmósfera más amplia que intenta -y logra- recrear el ambiente de un espacio colectivo. Aquel en el que los elementos aparecen y desaparecen desde distintos puntos y construyen un entramado decididamente planificado.

La guitarra. El bajo. Un golpe de batería. Otro. Las voces por encima de todo, como en cascada. Un teclado de fondo. Ahora más al frente y a la izquierda. Básicamente, la posibilidad al menos ilusoria de sentirse entre medio de los instrumentos. Esa es la experiencia perceptual que ofrece Perch Patchwork. Todo gracias a la ubicación de los planos sonoros y su direccionalidad, al trabajo minucioso en la mezcla y a la composición de una cartografía instrumental en la que cada componente representa una fuerza dentro de un espacio sonoro complejo. Todo a partir de un intento explícito de revelar aquella tridimensionalidad propia de la música que, lamentablemente, muchas veces queda anulada en la gran mayoría de registros.

Por eso, lo que se muestra en Perch Patchwork es un auténtico proceso de trabajo. El disco suena a algo no terminado, a algo que está sucediendo en ese preciso momento, en vivo. A diferencia de sus anteriores EPs, los arreglos no suenan como algo pulido hasta el último detalle. Esta vez, las canciones están trazadas como partes de una obra en construcción; funcionan como registros del momento en el que los planos se entremezclan y edifican ese todo superior que ya no es la simple pieza individual, sino el disco completo. Finales y comienzos se confunden. Los elementos presentes en una sección encajan perfectamente en otra. Todo parece ser fruto de un mismo continuo sonoro del que se desprende cada momento particular. ¿Y nosotros? Ahí también. En el medio de todo eso. Viviendo eso mismo que escuchamos…

Probablemente, el final de Perch Patchwork hable por sí solo. Luego del instrumental “Was”, que funciona como un reflejo de todo lo sucedido hasta el momento - instrumentos varios que entran y salen del plano, juegos de texturas, espacios sobreexpuestos-, la canción que da nombre al disco funciona, internamente, como una confirmación del programa estético de la banda y como un nuevo momento de ruptura. Con una predominancia acústica basada en arreglos de vientos y cuerdas, la pieza sirve como una puerta abierta, como un final en suspenso. El entramado de voces empieza a desarticularse, los instrumentos se apagan y, de a poco, todo tiende al silencio. La sensación es una sola. El aprendizaje es infinito, la música de Maps & Atlases así lo demuestra.

Juan Manuel Pairone

6 comentarios:

RoRRigo dijo...

no conozco esto
no hace falta decir q despues de lo q lei me atrapó mucho, no hace falta pero bueno se compica en esto de los medios digitales si no se tipea lo q uno piensa ja
en fin
a mi lista de chequear
right now
arriba!

l ü dijo...

No podes escribir así.
David Davidson no puede hacer eso con una guitarra.
No puede ser tan rica la tarta de frutillas.
No puedo dejar de escuchar este disco.
Las palomas no pueden ser lindas.

o en realidad, sí.

pd.ahora entiendo por qué tampoco podía sacarme de la cabeza la imagen de los animales que se iban sumando en la caminata por el bosque.
Vos lo resumiste en un par de oraciones: "El acento está puesto en el sonido de los instrumentos más allá de sus propios límites, es decir, como parte de una atmósfera más amplia que intenta -y logra- recrear el ambiente de un espacio colectivo"

RoRRigo dijo...

3 pecados! cierto q iban a andar por arg sisi
dale, escribime cuando quieras nomas a ver si puedo ayudarte
abrazo
espero hallas disfrutado los nuevos videos en hd jaja ahora se va a poder escuchar lo mas bien las bandas q voy a ver!

lala ~ dijo...

eú, es igualmente loco para todos?..
ese disco está lleno de animales. sospecho que es un bosque!

tu nota + el disco: anvolíbabol.

la experiencia de leer la nota, pre escuchar el disco es una locura, pairone.


(y si después de contarte ésto que me generó, no te diste cuenta aún que deberías dedicarle tu vida a la escritura, entonces creo que deberíamos charlar).

lala ~ dijo...

me levanté de una siesta deformemente deformante. he ahí mi redacción.

El llano en llantas dijo...

Gracias Primo por tus comentarios para con mis escritos. Son combustible para mi.
En cuanto al disco, ya estaba bajado, en casa, y sonando...

Muy bueno.

Un abrazo grande Juancito

keke